martes, 24 de noviembre de 2015

El Crecimiento Interior desde la fusión de las polaridades.

 Cuando la Libertad y la Vitalidad se funden... Una fantasía inducida.

Ella corre entusiasmada en la orilla de la playa cada mañana como quien nunca pide permiso, luce dueña de sí misma...  

En momentos se detiene para extasiarse y perder su inquieta mirada  en el horizonte, ese donde mar y cielo parecen fundidos sin ser lo mismo. 

Ella es profundamente admiradora y respetuosa de la grandeza de ese mar, pero sueña con elevarse más allá. 

Vagar en su autenticidad es algo que vive con intensidad, mientras late su corazón fogoso, ferviente y libre. 

Ella teme ser restringida, encajonada,  amaestrada, domesticada, por ello con frecuencia huye y vive a ratos sus momentos de aislamiento con un toque de mezquindad. 

 Eso la lleva a estados de soledad meditativos que generalmente la reconducen a su naturaleza algo primitiva y salvaje. 

Ha sido difícil para ella encontrar su lugar, sentir que pertenece, y es que pertenecer podría significar el cese de su libertad.

 Su problema ha sido que ella cuando defiende su ser a solas pierde vigor, fuerza, vitalidad... 
Y en medio de su libertad se da el permiso hasta de autodestruirse y reconstruirse, eso es tremendamente agotador para un alma que se sueña libre.  

Un amanecer de efusivos y variados colores la atrae hasta la orilla donde siempre juguetea, pero aquella mañana era diferente... 

Allí estaba él mirando su propio amanecer, pero a diferencia de ella, él estaba mojándose en el mar y aunque a ella le atraía había un temor que la contenía, y aunque no sabe exactamente ella ha asumido que es a la profundidad. 

  El luce fuerte, con gran vitalidad, pareciera que el choque de las olas contra las piedras no lo inmutan, pero si lo conmueven, y eso es muy fácil de notar, él no corretea ni juega tanto, pareciera que quisiera explorar el mar...

Ella es cautelosa al acercarse, pero algunos elementos le indican que se puede aproximar, él también mira extasiado hacia el mismo horizonte. 

Ella empieza a correr a gran velocidad y juega en la orilla como suele hacerlo cada día. Él la nota y aunque no la conoce es casi de inmediato que moviliza  ese espíritu renovado y libre. 

Mirarse y encontrarse fue la misma cosa, algo de él habitaba en ella y algo de ella habitaba en él. Ambos se reconocieron aunque nunca lo dijeron. 

Ella está llena de innumerables deseos y él está dispuesto a conducirlos para que sean satisfechos, pero nadie ha dicho ni creído que fuera él. 

Verla y observarla fue más que suficiente para develarla, ella se dejó porque nunca la invadió. Ella lo cautiva con su libertad y él la atrapa con su vitalidad. 

Cuando ella se acerca sigilosa, pero confiada, él la invita a explorar, está seguro que ella puede eso y más. Él ya sabe que ella es de esos seres que no necesitan alas para volar. 

Ellos están disfrutando de aquel despertar metidos dentro del mar.   De tanto en tanto ella se detiene por instantes, pues algo necesita encausar, pero el sabe esperarla y reconducirla por el camino que la ilumina, ya hoy ella no se siente perdida. 

Aunque no sabe qué se conseguirá, está confiada y entregada mientras él la impregna de vitalidad. 
Ellos juntos son como cielo y mar en el horizonte, parecen fundidos sin ser lo mismo. 

Ella sigue libre, pero ahora cada cierto tiempo lo espera para desprenderse de su libertad y ser tomada para obtener energía vital. 

Ella ya ha comprendido que le regala un poco de su libertad para mantener el equilibrio en pro de su vitalidad.  Él sabe que a ella le han dicho que es de la tierra, sin embargo  apunta al cielo y juntos exploran el mar.  

Él se goza y alimenta tanto como ella mientras implanta la semilla que al dar su fruto un día la hará volar. 

Escrito por: Ana Isabel Parra Díaz. 


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