Los cambios no surgen, se gestan, se crean e incluso se diseñan. Pedir un cambio suena motivador, pero éste no surge solo por un impulso o emoción.
Los verdaderos cambios surgen de una variedad de experiencias bien asimiladas y aprendidas que te han generado compromisos contigo y otros.
Cuando ejercemos un cambio es muy seguro perder los puntos de referencia que hasta ese momento nos han llevado, es casi una locura.
En el cambio desaprendes esquemas que te funcionaron en el pasado, pero ahora son estos lo que te están perturbando. Cambiar es una acción valiente pero muy conveniente y sobre todo inteligente.
Un proceso de cambio te estremece, te entristece y hasta te duele. Es ver morir aquello a lo que estabas aferrado para sobrevivir. Si bien el cambio duele, quedarte con los viejos esquemas te hunde, te mata. Cambiar es parte de nuestra naturaleza interna, sin embargo nos resistimos a perder la falsa comodidad que nos inventamos.
Los malos hábitos y nuestro escaso desarrollo de las virtudes nos atrasa deliberadamente vivir en la sociedad que muchos queremos. Estar atentos a lo que no nos funciona para avanzar y mejorar es importante. Auto-observarnos es clave.
En todo proceso de cambio exitoso la constancia, paciencia, disciplina y creatividad han tomado un papel protagónico. No desmayes en el momento más turbio y complicado porque justo eso indica que has estado avanzando en tú propósito de cambio.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar