viernes, 21 de marzo de 2014

Reflexiones acerca de la tolerancia y la convivencia.

He visto niños hindúes, musulmanes y cristianos compartiendo en la misma mesa y jugando en un mismo espacio. Me dejan extasiada y desde ese día no paro de reflexionar.

Incrementar nuestra tolerancia mejoraría radicalmente la convivencia. 

Cuando somos intolerantes sembramos odio a borbotones. Nos convertimos en metralletas de juicios y agresiones. 

La intolerancia nos lleva a una radicalización que enturbia nuestra relaciones. 

Cuando somos intolerantes presumimos de ser superiores.

Ser tolerante no significa que te dejas humillar o que te colocas bajo el dominio de otros. Ser tolerante te da el toque que te hace resaltar por tu educación y humildad. 

Cuando toleras a tu hermano aunque no piense como tú, desaparecen barreras personales, sociales, religiosas, políticas, culturales e ideológicas. 

Nos hace intolerantes esas creencias que nuestras familia y sociedad nos han de inculcar. 

Aquellos que nos educan y socializan tienen una gran responsabilidad. Familia , instituciones educativas, gobierno, comunidad, iglesia y medios de comunicación en general. 

Tolerar más que esclavizarte te hace amo de tus convicciones y sobre todo de tu libertad. 
A esta altura en la que socialmente nos encontramos, lo único que no deberíamos tolerar es la intolerancia. A los intolerantes no se les da lo que ellos dan, pero tampoco podemos arodillarnos para que nos humillen más. ¿Cómo tolerar que algunas sociedades sigan condenando a personas por su género, raza, creencia religiosa, ideología política o inclinación sexual?

Ser intolerante muestra ceguera mental. Es una incapacidad de percibir una parte más de la realidad.

La tiranía genera sociedades muy intolerantes. 

El intolerante es muy inflexible y no sabe razonar cuando le tocan la creencia que lo pone a tambalear. 

La intolerancia tiene un hijo único y muy consentido que se llama fanatismo. Ellos son suficientes para radicalizar nuestro mundo y hundirlo cada vez más.
Practicar la tolerancia nos dota de una flexibilidad que nos ayudará a sobrellevar los tiempos más difíciles. 

Tolerar nos hará muy buenos oyentes y excelentes comunicadores. 

Tolerar nos hará manejar mejor nuestras relaciones. 
  
Tolerar nos hará buenos ejemplos para las futuras generaciones.

Tolerar no es ser indiferente, tolerar te da la comprensión y la voluntad de que conviviendo en un mismo espacio lo más sabio es saber incluirnos con las mismos derechos y responsabilidades. 


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