domingo, 23 de marzo de 2014

La Indiferencia nos mata...



La indiferencia cobra vidas en nuestro plano. Se ha hecho aliada de atrocidades y aberraciones que se cometen a diario en nuestro mundo. Lo más triste de todo es que no solo es silencio sino también un desinterés  profundo que abre abismos entre nosotros.

La indiferencia está tomando una fuerza tan poderosa que en cualquier momento se quitará el disfraz y nos mostrará lo que es en realidad. No es más que la negación de nuestro ser. Indica que nos encontramos desvinculados. Que no sabemos quienes somos y hacia donde vamos. Es la prueba fehaciente de no reconocernos como seres interconectados  e interdependientes

La indiferencia mata... Mata al ser que vinimos a ser. Pero también mata a quienes cada día mueren de hambre y sed. 

La indiferencia hiere a quien ama y golpea al que busca sus sueños con esperanza.

La indiferencia duele... Duele en el alma a quien la siente, vive y la padece. 

La indiferencia cruza puñaladas a quienes por tanta miseria e injusticia ven morir a quienes aman. 

La indiferencia es sinónimo de muerte aberrante que desconcierta a quienes aún logran sentirse y sentir. 

La indiferencia me abruma y me quiebra el alma. 

La indiferencia agrega un mayor pesar a quienes sufren ya la injusticia. Ella es su aliada y su cómplice.

¿Es que acaso voy a esperar que pateen, golpeen o maten lo que "amo" para despertar?

¿Voy a esperar pasar hambre para salir a luchar por los que no tienen pan?

¿Voy a esperar ir presa para valorar y comprender el gozo de la libertad?

¿No es suficiente ver y saber que podemos hacer algo para evitar tanto dolor y pesar que atormenta a la humanidad?
  
No Asumir las responsabilidades y el compromiso de ser solidarios y compasivos con otros es muy tonto.  Porque nos guste o no cada cosa que ocurre en nuestro mundo nos afecta a todos. 


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