Cuando una niña se enamora,
las rosas pierden sus espinas,
pero, ¿de qué sirve?...
si también perderán su aroma.
Cuando una niña se enamora,
el cielo y la tierra son la misma cosa,
todo se unifica,
pero, ¿de qué sirve?...
¿Cómo verlo, olerlo, tocarlo o besarlo?
si él estará fundido a ella,
nada de eso será posible.
Cuando una niña se enamora...
su cuerpo se embellece,
sus labios se hacen tibios y llenos de dulzura, pero, ¿de qué sirve?...
si ella es sólo gracia y ternura.
Cuando una niña se enamora,
su inocencia la lleva más allá del límite,
todo lo que ve lo transforma
y hasta luce más vivo,
pero, ¿de qué sirve?...
si nada es verdad, ni real y mucho menos posible.
Cuando una niña se enamora,
la magia revoluciona su vida,
pero, ¿de qué sirve?...
si él no la comprende e incluso ni la percibe.
Cuando una niña se enamora,
las estrellas yacen vivas,
pero, ¿de qué sirve?...
si él nunca mira al cielo ni comprende cómo trascender límites.
Cuando una niña se enamora,
cada palabra es importante,
cada mensaje se convierte en su aliento sin demora,
pero, ¿de qué sirve?...
si ella es la que sueña, y peor aún, la única que escribe.
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