viernes, 5 de febrero de 2016

MI DIARIO. Meditación #7

En este frío en el que me encuentro, me acurruco, tiemblo, como contenida esperando que algo externo entibie la piel, y el hielo que me cubre sea derretido para alivio interno. 

Somos entregados a este mundo en vulnerabilidad hermosamente desbordada y para quienes tenemos suerte, ésta es solo pateada a medias. 

Mostrarse esencialmente en un mundo donde lo material impera, es un acto de profunda valentía. 

Cuando tu propósito de desarrollo va dirigido a lo exterior se te consume la vida, el tiempo pasa tan rápido cuando vives hacia afuera, y siempre tienes la sensación de que te falta tiempo. Literalmente, nos mata la prisa, nos mata el estrés. 

Vivir para un propósito de desarrollo interno es tomar la decisión de guiarte por la esencia de tu naturaleza. Esa que nos hace vibrar en alta frecuencia, esa que pase lo pase te permite mantener la calma porque confías profundamente en ella. 

Cuando te dejas conducir por la esencia de tu naturaleza, en todo lo que hagas fácilmente te entregas. Es como si tu cuerpo, mente, corazón y alma se encuentran en profundo y amoroso acuerdo. Ellos se alinean enfocados, atentos a su gran propósito: experimentar, aprender o quizá simplemente recordar, para luego trascender...



  




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