viernes, 29 de enero de 2016

MI DIARIO. Meditación #6

Esta vida terrenal es temporal, y  aunque haya nacido y vivido en este mundo, lo superior que habita en mi a nada de esto pertenece, esa es una sensación que he  tenido desde niña, hoy, ya siendo adulta, estoy convencida. 

Nada en este mundo me pertenece, por lo tanto yo tampoco a él pertenezco. 
Nada de lo que aquí tengo me lo llevaré conmigo ni siquiera el cuerpo donde habito.  

Todo acá más temprano que tarde pasará... 
El placer, el dolor, la enfermedad, absolutamente todo... 

Por alguna rara razón esto que estoy escribiendo me da paz...
y es que vivir adorando o haciéndole culto al mundo, agota, cansa, estresa, deprime. 

Cuando nuestros propósitos de vida van enfocados a lo material, a lo temporal, lo más seguro es que cuando se acerque el momento de partir entremos en pánico por no haber utilizado esta oportunidad en lo esencial. 

Nos daríamos cuenta de que hemos estado acumulando no solo cosas materiales, también miedos, frustraciones, rencores, dolores, juicios, creencias absurdas, etc. 

Si hay algo que nos toca aprender en este plano terrenal es justamente a soltar nuestros apegos tanto mentales, materiales, como emocionales. 

Cuando observo la naturaleza pienso que podríamos tomar el ejemplo de los árboles frutales, ellos crecen buscando al sol (un ser superior los alimenta), sin embargo, ellos no se quedan atrás. Oxígeno, sombra  y frutos brindarán abundantemente e incluso sin apoderarse de ellos, todos serán soltados. 

Ellos se dan sin exclusiones ni mezquindades, no acumulan ni retienen, cuando el fruto está maduro sueltan y sueltan.
Nada los detendrá... 





No hay comentarios.:

Publicar un comentario