Odiamos cuando deseamos o procuramos el mal a otros. Cuando nos da gozo el dolor o sufrimiento ajeno. Cuando engendramos separación.
No confundamos el odio con estar molestos o disgustados con alguien. El odio va mucho más allá de un simple disgusto, desengaño o decepción.
El odio nos arrebata toda fuerza interna y peor aún la poca verdad que creíamos poseer.
"El odio nos arrebata lecciones, esfuerzos y tiempos; nos quita la oportunidad de ver lo que nos rodea. Es la perfecta antítesis del amor." Esteban Baez.
El odio nos consume, nos desvía del camino de la sanación y la superación.
"Creo que no podemos evitarlo es parte de nuestra naturaleza, pero es el peor lugar para permanecer una vida entera." Esteban Baez
Esto podemos vivenciarlo en el ejercicio de la venganza, cuando incluso nos damos "razones de peso" para dejarnos arrastrar por él, creyendo que hacemos "justicia".
"Nuestros odios, miedos y culpas pueden personificarse a través de nosotros, se enseñorean de nuestra vida si les damos la oportunidad. Creo, que reconocer a tiempo esos sentimientos les pone el alto necesario que nos permite ser lo que somos sin cargarlos" Esteban Baez
El odio que sentimos más temprano que tarde arremeterá contra nosotros. Odiarnos no tiene sentido y tampoco es conveniente. El que odia, a quien principalmente odia es a sí mismo porque ese sentimiento lo ahoga, lo destruye internamente.
El odio te separa de tu ser y del sentido de buena convivencia. Te aleja del otro y no te permite ver la realidad que vive él.
El odio hace estragos por doquiera que pasa. Se lleva a "culpables" e "inocentes", él no sabe reconocer lo que se encuentra de frente.
Un corazón lleno de odio cuando va al frente de mucha gente los hace despiadados e indiferentes."Líderes" que odian y logran un efecto profundamente nocivo para sus pueblos e incluso para el mundo. El odio produce un quiebre y la separación es inminente. El que odia no solo se separa a sí mismo de su ser interno, él necesita ganar terreno y busca producir la ruptura o separación fuera de sí. El odio cobra fuerza cuando divide o separa.
El odio genera desnutrición para el espíritu, enferma y deforma las células de nuestro cuerpo. Destruye proyectos y comunidades. El odio ciega, ensordece y nos hace sumamente indolentes. Está acompañado de creencias irracionales, juicios, resentimientos, culpas, envidias, frustraciones, complejos y de la percepción errada o no, de haber sido víctimas de algunas circunstancias.
No se puede vivir a gusto, ni ser productivo cuando el odio te mueve. Que sea el amor por ti y tus hermanos lo que movilice cualquier objetivo o proyecto.
Aprender a controlar los impulsos arrebatados por el odio, nos despierta y nos hace mucho más enfocados y conscientes.
No pierdas la perspectiva odiando, eso te resta fuerza y valor, que lo que te mueva poderosamente sea tu gran amor. No hay fuerza superior a esa que se desprende del ser interno cuando estás lleno de esa paz que solo puede tener su origen en un profundo amor.