viernes, 9 de mayo de 2014

Superando la Incongruencia.

No hay sensación más tranquilizante que esa que produce la congruencia. Pensar, sentir y actuar en concordancia. Y quien lo logra puede vivir en plenitud, sin embargo pocos la alcanzan, la mayoría vive en completa incongruencia. Somos un mundo repleto de incongruentes. Pensamos una cosa y hacemos otra. 

Preferimos vivir bajo la incongruencia, no por querer intranquilidad, sino porque nuestros deseos en momentos se enfrentan y hasta luchan con la expectativa o normativa social.  Nos hacemos incongruentes porque queremos lo "mejor" de los dos mundos, saciar nuestros anhelos y ser aceptados socialmente. Mientras los deseos se acoplan a las expectativas sociales los individuos no suelen entrar en conflicto. De lo contrario, es posible que en momentos tengamos que sacrificar uno u otro. Por ejemplo, si un padre se empecina en que su hijo debe dedicarse a la medicina y este se siente a gusto con ello no habrá conflicto y mucho menos incongruencia. El problema se presentará si el hijo tiene otro deseo. Y es posible que si el hijo se somete a los deseos externos termine viviendo bajo mucha incongruencia. Y así como ese ejemplo podríamos citar muchos más: las tendencias sexuales, la elección de pareja, la vocación entre otros. 

 A veces la necesidad del ser debe imponerse sobre las expectativas sociales, particularmente cuando éstas impiden su sano desarrollo. Una sociedad llena de prejuicios e ignorancia condena a la incongruencia a todo aquel que no se acepte o viva dependiente del qué dirán o la aprobación externa.  

 Es muy frecuente que quienes imponen las normas suelen ser los más incongruentes (gobierno, padres, maestros etc). La incongruencia se adueña de nuestras vidas cuando las normas y expectativas sociales rebasan exageradamente nuestros límites personales. No se le puede exigir a un león que no coma carne. Eso va en contra de su naturaleza y su instinto lo dominará o simplemente morirá.

 Existen reglas tan absurdas que si no las violas te desgastan, te maltratan porque dejas de ser tú mismo para complacer a quién sabe quien. 

 El ser no conoce de caprichos, él busca lo que necesita para crecer. Es muy importante que lo aprendas a reconocer. Todo aquello que te pone a vibrar en una frecuencia elevada alimenta a tu ser. Date cuenta de lo que te pasa cuando haces lo que amas. Cada uno tiene sus maneras muy particulares de alimentar al ser y eso se va descubriendo desde muy temprano. Si no ocurre se desvirtúa.

Cuando el ser se desvirtúa la infelicidad y el sufrimiento tocan la puerta y entran para quedarse. Eso es como vivir solo y en tinieblas. Un ser desvirtuado es capaz de lo más bajo porque él no ha sabido reconocer la frecuencia vibratoria que lo eleva. Está incapacitado.

Si aún no te conectas con esa frecuencia que te eleva, te invito a buscar y a descubrir lo que amas hacer, lo que te da gozo aún cuando por ello no recibas a cambio nada material. Eso que cuando lo haces te hace mejor persona a ti y a quien tocas. No dejes de perseguir tus anhelos, el mundo necesita seres más congruentes, que se reconozcan y amen su ser superior por sobre todas las cosas. 


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