Definitivamente necesitamos educar el impulso de criticar y más aún de especular porque otros no logran ser "tan geniales" como nosotros.
A veces somos tan ligeros para sacar conclusiones sobre las limitaciones y debilidades de otros, que pareciera que somos perfectos.
Si lográramos estar seguros, que al criticar no invalidamos al otro, entonces estaríamos frente a una crítica constructiva.
La mejor crítica se llama autocrítica. Señalar a otros, es la forma cobarde de expresar lo que en verdad creemos de nosotros.
La crítica abunda porque nos cuesta asumir y responsabilizarnos de las miserias que cargamos sobre nuestros hombros.
La crítica solo es hecha sobre lo que conocemos acerca de nosotros y que por supuesto proyectamos en otros.
Criticar nos acaba, nos hace malhumorados y nos convierte en personas pobres.
Cuando criticas te hundes en la "supuesta" miseria de otro, pero realmente es a ti a quien esa miseria le corresponde.
Hay un viejo y sabio cuento oriental que explica, que criticar es como limpiar el estiércol en otro para vaciarlo sobre nosotros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario