Abrir una puerta psicológica siempre tiene sus riesgos y cada vez son menos los aventureros que quieren asumirlos. Cuando confiamos abrimos una gran puerta, pero hay que escoger bien a quién dejarás entrar. Cuando confías un gran paso has de dar, son pocos los que quieren asumir ese riesgo para avanzar.
Abrir puertas para permitir que otro vea lo que pocos pueden ver de ti, es un acto de gran valor. Confiar no es de tontos ni débiles, es de seres capaces de ver la luz que ellos mismos y los otros han de emanar. Confiar es importante para construir las bases que permitirán que ames y te dejes amar.
Confiar no significa que de todo hay que hablar. Confiar es que aunque hables o calles, no juzgarás ni te juzgarán. Confiar no significa que pasarás por tonto. La confianza es aquello que te ganas y mereces por respetar. Confiar no es olvidar o alcahuetear. La confianza es aquello que te hizo considerar el perdón como solución para continuar en una relación donde estás decidido a amar.
Cuando alguien confía en ti, te da un lugar privilegiado, te está valorando y lo más seguro es, que incluso, ya te esté amando. Defraudar la confianza podría ser un acto de absoluta torpeza o también de egoísmo, pero lo más seguro es que sea por inconsciencia e ignorancia. Ignoramos las bases que sustentan una buena relación. La confianza y el respeto son los cimientos del amor.
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