Ceder suele ser difícil para quienes viven con intensidad el orgullo. Pero no hay nada más revelador que rendirse ante un orgulloso. Mucho desamor y desinterés suele estar encubierto en el supuesto "orgullo".
Si quieres conocer que oculta el orgullo inclínate ante él. Ríndete y descúbrelo...
Cuando hablamos de orgullo podríamos referirnos a una de sus dos facetas. Está aquella donde el individuo siente satisfacción por el logro propio o ajeno. Y está la otra, donde la persona se "sobrevalora" y se cree y siente superior a otros. Este tipo de orgullo se asocia a la soberbia también. En esta reflexión me estoy refiriendo a esta última.
Cuando digo que para conocer lo que oculta el orgullo es necesario inclinarse ante él, significa que para develarlo es necesario que tú prescindas de él, en pocas palabras que te deslastres de todo rastro de orgullo.
Cuando tú te muestres sin orgullo, es casi seguro que el otro te muestre lo que realmente tiene detrás de él. Cuando después de un tiempo que dos buenos amigos han dejado de hablarse por roces o dificultades, cuando alguno de los dos vence su orgullo descubre la realidad de los sentimientos del otro. Y allí con dolor o alegría descubrirás si es desamor, desinterés o miedo a ser rechazado y/o desvalorizado. Lo que si estoy segura es, que cuando vences a tu propio orgullo le quitas la máscara al otro.
El orgullo es el disfraz más distinguido que usa el desamor pero también podría estar escondiendo miedo al dolor o a la desvalorización. El orgullo es una especie de protección para la estima de un individuo. Si una persona siente amenazada su estima, es muy probable que se proteja a través de ese sentimiento.
El orgullo aprieta tu corazón, lo comprime y lo empequeñece. El orgullo te librará de vivir a plenitud la experiencia del amor. A pesar de que el orgullo comprime, el orgulloso teme más a la vivencia del amor pues la ha asociado desde mucho tiempo atrás al dolor.
Ganarle la batalla al orgullo te podría revelar una dolorosa realidad. La realidad de no ser correspondido...
Yo siempre guardo una tímida esperanza cuando ante el orgullo me inclino...
Yo siempre guardo una tímida esperanza cuando ante el orgullo me inclino...
Quizá tengo la ilusión que él también hacia mi se incline...
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