sábado, 28 de febrero de 2015

El amor infantil vs el amor maduro.

El amor que exige es ese amor asociado al que nos tenian nuestros padres en la infancia y la adolescencia, cuando educarnos era su prioridad y responsabilidad. 

Aprendimos con nuestros padres que el amor se condiciona, que para recibirlo debíamos someternos a cada una de sus exigencias e incluso sus creencias y percepciones acerca del mundo, mientras más nos ajustabamos a esto, más aceptados y queridos nos sentíamos. 

Entendamos que ese amor estaba forjando, moldeando y adaptando a otro a una sociedad, a una cultura en particular.  Un "amor" que por cierto era muy desigual, pues nosotros más que amarles, le necesitabamos. Aprender a diferenciar ese amor inicial al amor que luego sentimos cuando nos hacemos adultos o maduros es importante para nuestro crecimiento o desarrollo personal. 

El amor maduro y adulto no será develado como Amor mientras esté basado en la demanda, la exigencia y el condicionamiento tuyo o del otro. 

 No conocerás el verdadero amor si pretendes someterle, exigirle o condicionarle. No confundas tus apegos, carencias o deseos con el amor.

Cuando "amas" desde la carencia o la necesidad, te haces exigente y demandante.

Cuando "amas" desde el deseo pretendes poseer. Buscas adueñarte y sin darte cuenta oprimes y asfixias al otro.

Cuando "amas" desde el apego no creces ni dejas crecer al otro. Amar desde el apego nos hace infantiles, desvalidos, temerosos y sufridos.

No queremos o tememos amar desde la plenitud y la libertad del Ser, porque es un duro camino de autoconocimiento, autovaloración y autorealización. 

Amar, es de seres empoderados por sus propios recursos internos. 
Amar, es de seres valientes, comprometidos en el mejoramiento de sí mismos. 
Amar es de seres que promueven su propio vuelo y el de otros. 
¡Amar, es de seres libres!